17 de septiembre de 2025

Fumando Espero

 

Fumando, espero

por Ricardo Meade


La atestada sala de espera era un mosaico de la sociedad mexicana; no solo de la ciudad capital, había personas de todas las entidades, en todas las condiciones, de todos los estratos; Unos gemían de dolor pues los analgésicos apenas hacían efecto; las piernas rotas o esguinzadas de los audaces motociclistas; parturientas y niños con molestias o males; mujeres y hombres combatiendo enfermedades que reclaman esfuerzos heróicos y, sin embargo, su victoria no cambiaría en nada la historia. La lucha empieza por conseguir información: ahí se agolpaban los que buscaban un ultrasonido, rayos equis o cosas más sofisticadas, resonancias magnéticas, tomografías; apenas tres filas de bancas diseñadas por un inquisidor español del siglo XV o un interrogador de Guantánamo del siglo XXI. Aun así era preferible estar sentado.

Silvia condujo la silla de ruedas de su suegro junto a la fila, a modo que no estorbara el paso de camillas y otros pacientes; tenía el ojo afinado pues conducía desde los dieciséis años; estacionó a su suegro y se sentó; al lado estaba un paciente, en overol llamativo y con una cobija entre sus manos; Silvia lo miró como lo hace un niño de cinco cuando ve a un adulto distinto en su entorno; Fernando se sintió observado y desde hacía poco esas miradas le molestaban; se sentía un esperpento, así que dirigió una mirada de rechazo, osca;  la cargó con todo el desprecio y odio que su alma tenía hasta que topó con la de Silvia inquisitiva, sorprendida, incrédula.
En un instante que duró nada para los que pudieren estarlos viendo, una neblina arrastró a Silvia al pasado; en el templete “La Encuerada de Avandaro” y todos a coro cantando “Marihuana, marihuana…” otros gritando “¡Tenemos el poder, tenemos el poder”; Las bocinas tronaban con ese “Rock Chicano” cuando las distorsiones se lo permitían; aspiraban la nube de marihuana, se pasaban el peyote y los hongos; unos bailaban, otros dormían; allí estaba la mirada de Fernando con toda esa carga emocional, pero no mirándola a ella sino al policía que quería arrebatarle la cámara.
- ¡Soy periodista, soy periodista!
- ¡Eres traficante!- le respondió el policía
La neblina se disipó levemente y Silvia preguntó, ahí en el hospital:
-¿Fernando?- entonces el arrastrado al pasado fue el aludido
Había llegado a Avándaro, desde la Escandón hasta cuatro caminos en su moto carabela y luego de ahí en camión, se subió en uno de redilas, luego a pie; en el acceso enseñó su cámara, por toda credencial, lo dejaron pasar, bueno, ya para esas alturas dejaban pasar a todos.
Sacó fotos a toda la gente; todavía no empezaba la música y ya había quien estuviera bailando; “amor paz”, decían unos “Peace and love” decían otros y no faltaba el que, muerto de la risa, advertía “no peace and caca”. Jorongos y bikinis, pantalones de mezclilla acampanados, sombreros charros, camisetas de Jim Morrison, gorros de paja inmortalizados en el film. Fotos de los que fumaban, de los que comían; acercamiento extremo a una aguja por allá; robarle un beso a una adicta, otros en el rollo de “haz el amor, no la guerra”. Ni en la Merced había tanto desmadre; ni en la Merced se había él dedicado a tal desorden;  el mayor de toda su vida, hasta entonces.
Y bueno, ese día se estrenó de “dealer”: Un chamán con morral, jorongo, sobrero y huarache; hediondo, manoseando a diestra y siniestra; vendiendo sueños seductores que extraía del morral: Mariguana, peyotes, hongos, agujas con ácido. Hipólito, el traficante, el facineroso, ahora veía la suya; hasta aguardiente vendía y no paraba de abusar. Fernando le sacó fotos y el aludido le mostró un rollo que le serviría para comprar mil rollos y siguió tomando fotos de los soñadores y vendiendo ensoñación. Luego de todo aquello del policía que le quería robar la cámara y la mirada de sorpresa, de indignación e incredulidad de Silvia. Bueno si no es por Silvia se queda sin cámara y sin cobrar.
- ¿Se vale fumar en tu vocho popis?-
-¡Sí se puede!- rió ella y ahí iban penosamente de regreso después de la aventura de Avándaro- pero no es “un vocho popis”, es un Karman Ghuía mil quinientos convertible; ¡Okey, okey, okey! tiene motor y rines de vocho…
- faros de vocho
- sí, sí… pero es una rara belleza
- Pues me salvaste la vida, gracias Silvia
- Y no debiera, estás del otro lado de la ecuación, si publicas esas fotos vas a perjudicar a muchas personas que tenían la intención de pasarla bien, un rato, tranquilos
- ¡Y lo que me faltaba es que me salvara una burguesa norteña! ¿de Monterrey?
- De Chihuahua y ¿tú? ¿De la selva?
- ¡De la calle Progreso, en la Escandon!
Y el humo lejano de los Delicados y los Bensons se disipó, era humo del pasado. En la sala de espera estaba Silvia con su suegro
- Silvia, ¿Qué haces aquí?- Fernando aun pensando en el pasado.
- Soy “la familiar” o “la que sigue” Van a mirar cuanta humanidad le queda a mi suegro ¿y tú?

- Pues sí, algo así… ¡Como tú en Puebla!- Ella asintió.
La neblina le trajo otra música: “¡Tú eres mi hermano, realmente el amigo!...” La multitud era otra, también un crisol, allá bailaban como mexicas, acá cantaban, otros rezaban, otros gritaban porras: “¡Juan Pablo Segundo, te quiere todo el mundo!”
El Karmann Ghia en el acotamiento de la autopista; ni tan lejos regresar, ni tan cerca de llegar…
- ¿Tu vocho pirruris ya no jala? - el motociclista en su Kawasaki Z1 tenia la misma cantidad cilindros que el auto, pero con radiador
- Estos motores son superresistentes- contestó Silvia sin levantar la mirada, hasta que algo en la voz le hizo sacar esos incrédulos, inquisitivos, sorprendidos ojos
- ¿El lado equivocado de la ecuación?- preguntó Silvia
- Le vine a sacar fotos al burócrata de Dios- contestó Fernando, sabiendo que esa respuesta molestaría a Silvia.
Se acordaban de Avándaro, de la larga conversación ideológica; él montado en el pragmatismo; Al final- decía él-  “no estoy haciendo nada malo”; Ella sosteniendo el otro extremo: “hay que hacer el bien, no basta quedarse a medias” y volvieron hablar de los bandidos del Papa, y de los bandidos sin papa.
- ¡Gracias! - se despidió cuando se logró bajar después de pelearse con su vestido de corte recto, quitarse el casco que le dejó horrible el cabello y cuando sospechó que ya no la escucharía pensó en gritar. “Gracias y espero no volverte a encontrar en mi vida”,
- ¿Y cómo recuperaste tu vehículo? - Fernando hizo una pausa antes de “tu vehículo” al fin y al cabo el “vocho popis” ya no era para estos días la leyenda que fue, las personas ven tantos autos de tantas características que solo algún avezado se pone a mirar las cosas viejas.
- ¡Ah! todo un relajo y, ya sabes: era cualquier cosa y en unos minutos lo pusieron en marcha
Ese comentario los pudo otra vez en otro encuentro, ahora sí quedaron callados sin mirarse. Fue en la noche, la ciudad había sufrido una total destrucción, los equipos de rescate, algunas estaciones de radio dando información de alarma; “Los niños del milagro”,” las costureras”, “los topos”, “los perros suecos”… Silvia andaba en su Karmann Ghia distribuyendo tortas a los voluntarios. Fernando estaba hecho una facha, se había metido a sacar fotos y acabó buscando de todo en los escombros: Una revista, un oso de peluche, un perro, una niña, una silla de ruedas, una cobija... recordó una foto de un niño libanes que solo se le veían los ojos de tanto polvo de escombros, así sentía él y con rabia contra el gobierno, contra las instituciones… había visto a todos dedicados a la rapiña; parecía que algunos choferes de ambulancias y algunos bomberos se habían abstenido de robar, pero quién sabe; les sacó fotos a todos, pero el editor solo quería historias lindas.
Así que las viejas miradas tropezaron otra vez, ahora ella le daba una torta hecha por las monjas Vicentinas.
- ¡Mira nada más a quién me vine a encontrar!

-¡Fernando, la equis de la ecuación!
- Ya veo “Tu vehículo” ¡vaya que ha durado!
-¿Quieres una torta? ¿Estás de voluntario?
-Vine a sacar fotos y no sabes la cantidad de cosas que he tenido que ayudar a sacar.
-La verdad sí me imagino
De los propios escombros salió Hipólito, el Chamán, ahora mucho más vetusto; inspiraba temor o cautela; Pese a la traza, Fernando lo reconoció y lo saludo a la usanza, se dice que ese saludo era pasar una dosis, sabrá Dios y ellos;
-¡Ayúdame hermano!- me faltan tres y me duele la espalda. Igual tu novia, se ve fuerte
-Ella tampoco puede cargar, ¿Están atorados?
-Están en la cajuela y tu novia tiene que ayudar, vengan…
Fernando no volvió a ver a Silvia, con la esperanza de que se fuera, pero ella los siguió, pensó que era una actividad de salvamento. En la cajuela había tres cuerpos semidesfigurados, tan apretados y ajustados que no se entendía de quien era la pierna esa o el brazo aquel.
-¡A ver, órale, sáquenlos!- los señalo con la punta de una automática (la tartamuda, le decía él)- mientras, presta “la pentax”.
Fernando obedeció mientras Silvia seguía en el estupor
-¡No entiendo qué está pasando!
-Verá “noviecita del Fer”, estas personas iban para una fosa, pero ya no me puedo arriesgar, así que se quedan en este hoyo… ya les dí su tratamiento para que parezcan víctimas del sismo
-¡Qué horror!
Por toda respuesta Hipólito tomaba fotos y apuntaba con la pistola hasta que dejaron los cadáveres a su satisfacción
- ¡Perfecto! y recuerda Fer, “deudas de honor…”
Silvia se bañó mil veces y tuvo otras tantas pesadillas, tenía tiempo que no salían esos recuerdos, el silencio de Fernando parecía que ubicaba a Silvia en esa grotesca escena… Siempre deseó que la última vez que lo viera, fuera la última, pero ahí estaban, esperando una fotografía por dentro…
-¿Fumas?
Caminaron a la plaza de Santa María Tepepan, una mirada de reconocimiento a los cigarrillos, ya eran unos Marlboro rojos, los que le mostraba el acompañante de Fernando… Tenía años sin fumar; El acompañante le puso el cigarrillo en la boca y aproximó el fuego para que lo encendiera. Fernando asintió con la cabeza, de manera automática intentó llevar una mano al cigarrillo, pero subió ambas y un destello deslumbró a Silvia, ahí estaban los cuatro, dos fumando y dos convidados de piedra mirando a la rana de Cuevas y a la fachada del Fray Bernardino...  Está de locos, pensó Silvia, exhalando el humo del tabaco, está de locos
- y bueno, dijo Silvia para aligerar el ambiente, que era denso como la concentración de rayos ultravioleta y el ceodos acumulado- ¿Qué piensas de José Luis Cuevas?
- Siempre he pensado que pinta horrible.
El tiempo para Fernando se acabó antes que terminara el cigarrillo; su compañero lo miró y él asintió;  la conversación tenía rato que había terminado, empezó a andar sin despedirse; después de dar dos pasos Fernando se volvió:
- ¿“El Vehículo”…?
- Todavía lo tengo…


“…Los canoeros también

Los que bajaron del tren

Por carretera que

Nadie muera que

Todos lleguen con bien


El fandango aquí

El fandango aquí

Una de las causas es que está

El fandango aquí…”


El fandango aquí (fragmento), Marcial Alejandro, 1985; canción ganadora del Festival OTI, Septiembre 1985


7 de septiembre de 2025

¡Aprestad el bridón!

 

Los mexicanos nacemos donde nos da la chingada gana”

frase atribuida a Chavela Vargas (n. en Costa Rica 1919/ 2012).


Una persona es mexicana de nacimiento, sin dudas, si sus padres lo son; no importa en cual planeta, la estrella ni la galaxia donde moren; si nace en México, no importa de cuál nacionalidad sean sus progenitores; si nace en una embajada o en una nave mexicana, no importa en qué parte del universo se encuentre el navío. Pero, sobre todo, uno es mexicano por designio divino: de las tripas sale el “¡Ay Jalisco, no te rajes! y, ‘pa’ pronto’, te sacaste al balcón mexicanito antártico”.
Para acreditarlo basta pasar un examen en español de la historia mexicana, cosa que me parece excesiva con solo asomarse a un libro de historia pasa a darse cuenta de que el examen es así de difícil. 

Los libros de historia cuentan los acontecimientos con saltos, ganchos y rebusques; el “hombre de Tepexpan" no sabía que era mexicano, pero lo es; ¿Qué le dijo don Agustín de Iturbide a don Vicente Guerrero  que se enojó? ¿Por qué Don Antonio López de Santa Anna era tan coqueto con las mulatas que nos hizo perder tantos latifundios? ¿Cómo perdió Pancho Villa la cabeza? ¿Quién inventó el traje de Charro, fue un austriaco? ¿Qué francés escribió el himno nacional? ¿Quiénes mataron a Calles? ¿Por qué Obregón acabó con Venustiano Carranza, si ni esquina hacen? son preguntas para los peritos históricos quienes son más felices con ellas que sin ellas ¡A mí no me molesten con las respuestas, me quedo con las preguntas!
Uno que llegó yugoslavo, a jugar fútbol, resultó serbio y acabó mexicano; Supe de mucho gringo que se mexicanizó… creo que conocí a uno de esos, pero era gringo canadiense: llegó a Veracruz y empezó a vender seguros para las cargas de los navíos, ¿Sería el capitán Morgan?

Y para algunos el asunto de mexicanizarse es algo que les preocupa.
Algo tiene el ser mexicano porque a mucho deprimido nipón kamikaze se le quita lo suicida cuando descubre que es mexicano. Así fue como regresaron más pilotos del Escuadrón 201, de los que se fueron, varios “Hijos del Sol naciente” vinieron a la tierra del Sol. De pronto: le hierve la sangre, se para a bailar con quien sea una cumbia colombiana, pero ligeramente lento, como mexicano, o un danzón cubano, pero “a las de acá”… o foxtrot americano… pero digo, con su salsa; Si eres así escéptico y crees que no sabes cómo bailamos, pues es así, no más, ¡como te estoy contando!
Lo intrigante es que por acá hay toda clase de ritmos que no eran de aquí y ahora, ya son.
Que la polka, la quebradita, la lambada, hasta la tambora sinaloense llegó con los aires de Alemania y Viena. La Canción dice que de Cocula es el Mariachi gracias a lo francés, negro y gachupín; Vamos que “El torito” que en esa rola piden que le suelten es más europeo que un húngaro gitano. 

Como ves, todo se mueve a lo mexicano, ha de ser la quinta ley de la termodinámica, el universo es tropomexicano.
Ya se sabe que la poblana era china y si nos vamos desgranando vamos descubriendo que hay mexicanos pa’ echar pa’ arriba que ni siquiera saben bien a bien que fueron o serán mexicanos.
No me gustan a mi las teorías de la conspiración; bueno no mucho, porque a todo mexicano nos gustan, algo;  pero mi hermana me convenció de que los olmecas eran extraterrestres que quisieron ser mexicanos… y los mayas… salieron de los parajes centroamericanos y acabaron en Tamaulipas… Por eso se llama huasteca, la potosina (que es una mexicanizacion de cierta región boliviana)

Podría agregar mil cosas más; de lo mexicanizado y lo que han intentado extranjerizar…

Por lo pronto pienso mexicanizarme unos pretzels; los voy hacer con tequesquite… y bautizaremos a las coles de Bruselas con salsa verde


8 de junio de 2025

Everardo Súchil, algunas de sus aventuras.

Era la primera vez que estaba en tan inusual situación: La lluvia parecía moverse horizontalmente o en remolinos, pero no como de ordinario cae... Se levantó el cuello de la chaqueta de lana pues no estaba interesado en resfriarse, luchaba para sacar sus bostonianos de la nieve, que por el momento le llegaba a cubrir los tobillos. Cada paso era un triunfo... 

Había aprovechando la hora de comida para dirigirse raudo a la montaña, en el "Dodge Barracuda" de su jefe, quien se lo prestaba porque él era: «El Vendedor más grande del Mundo». Llegó a las faldas del volcán y dejó el auto andando... Como le fallaba el motor de encendido era más prudente no apagar el vehículo, pues llevaba prisa.

Durante el ascenso libró sin dificultad los arenales y una vez que llegó a la zona donde están los montículos se permitió ingerir un poco de germinado de patol blanco duranguense (¿Hay otro, acaso?); eso le brindaría suficiente energía para hacer cumbre.

Rodeando «El Castillo» pensó atacar «El Abanico» consideró subirlo pero prefirió continuar el ascenso, además no llevaba crampones para atacar una pared de hielo. Algunos alpinistas le hacían señas de que se regresara, la ropa de oficina no es apropiada para llegar al cráter o hacer cima pero él sabía perfectamente lo que hacía: seguía su intuición.

Mientras estaba en la ventisca vislumbró que ya estaba en la arista, con abismos a ambos lados. Los alpinistas que estaban enfrente de él avanzaban titubeantes. No solo era difícil mirar el camino, cuanto las rafágas de viento los vamboleaban y además la lluvia y las nubes... Everardo no temía ni a las centellas, pues sus zapatos tenían suela de vaqueta vacuna, que permite al ser humano ser como un conductor de energía, mientras hiciera «tierra», los kilovatios pasarían a través de él, sin dañarlo.

Una fuerte ráfaga derribó a uno de los alpinistas y el otro, que venía en cordada saltó en el abismo contrario, tal como indican los cánones de escalada, salvando la vida a ambos. Everardo se detuvo, tomó la cuerda por el centro como lo hacen en la halterofilia: Posición, agachada y levantamiento. Ambos alpinistas ahora estaban de pie en la cresta, sin saber muy bien qué había pasado, les saludó con un además y les dejó conversando; unos minutos de súbito estaba en «El Pico del Anáhuac», el punto de mayor altitud del  «Valle del Anáhuac». Efectivamente: comprobó que la tierra era redonda y alcanzó a ver los «Los Pies del Iztaccíhuatl», «La Malinche» y los océanos el Pacífico al oriente y al poniente, el Atlántico ¡obvio, en la cumbre no había ventisca alguna!


Consideró un descenso al cráter, tomar el «Labio Inferior» y bajar por «Las Cruces», pero llevaba prisa así que bajó por la directa aunque no se resistió a
escalar «El Abanico»... fueron los alpinistas a quienes salvó los que le prestaron crampones, alcayatas y el piolet; descubrió que era un natural para escalar en paredes de nieve... Como se le hacía tarde, bajó corriendo a toda velocidad y pese a que se esforzó no contó con algunos contratiempos: en Avenida de los Insurgentes por aquellos días no solía tener tantos embotellamientos de tráfico... Aun así llegó diez minutos tarde con su novia, por eso terminaron. Pero él estaba satisfecho: ¡Había escalado el Popocatépetl!

¿Mencioné el levantamiento de pesas? pues él formó parte del equipo  mexicano en los Juegos Olímpicos del sesenta y ocho... levantaba más que ninguno en su peso y en la categoría de completos; El ruso, ese que inventó los movimientos que le dieron tanta fama a los soviéticos... Alekseev vió a Everardo entrenando, había ideado unos movimientos novedosos, únicos, distintos...fruto de su invención... ¡Alekseev le copió la técnica!.

Súchil no pudo representar a México porque también formaba parte del Comité de Huelga, del movimiento de los estudiantes... pero el clandestino, el que tenía vínculos con las embajadas; la rusa, la cubana, la americana... Como organizador del movimiento clandestino era el objetivo del gobierno... ¡Gutiérrez Barrios lo amenazó de muerte!... pero lo confundió con su hermano mellizo, por eso salvaron la vida ambos.... Ni Gutiérrez, Corona del Rosal, Echeverría o Díaz Ordaz sabían que eran gemelos...

Consideró que debía hacer algo más en contra del sistema y por eso se reunió con Sanabria, «El Gato», «El Pichojos», «El Ganso», «El Confesor»... con todos, hasta con Nacho, el entrenador de la Selección Olímpica de Fútbol Mexicana... les hizo ver que era una injusticia darle un beneficio al gobierno masacrador de Díaz... era obvio que hubieran podido ganar la medalla de oro... pero él les dio un discurso que los disuadió, por eso no le echaron ganas a la competencia...esa fue su venganza contra el gobierno ...

La vida de Everardo Súchil es una aventura seguida de otra; ¿Conoció a Jaime Hendrix?... ¡El le enseñó a tocar guitarra!; ¿abusó de las drogas?; abusó, pero nunca fue adicto; ¿Tuvo muchas mujeres?; ¡A todas!, por supuesto fue un caballero con Regina, pero Ofelia Medina se le hincó para que la amase, aunque fuera solo por una tarde; ¿Participó en política?; pues sí, pero como espía... algún día nos entereraremos, pero sus cuates «El Morris Childs» y «El Jack Barsky» le decían «El Chacal»... ¡nada que ver con el supuesto asesino internacional... Everardo sigue vivo. 
Por supuesto que le hace al poeta y escritor, pero en «en las sombras» de hecho recibía regalías de todo lo que supuestamente había escrito Cayetano Spota (¿crees que se llamaba Luis?, ¡Pues no!, se llamaba Cayetano) y además tradujo varios de los libros, pues Everardo es políglota... ¿Escuelas?; ¡nada, intuición y autodidactismo!, aunque puede titularse en muchas licenciaturas y maestrías... solo con un examen

Everardo fue quien le platicó la idea de La Internet a Roberto Khan (aunque él le decía "Boby Perro") También le regaló la idea a Martin Cooper de la telefonía celular: le explicó como era todo el asunto... Martin hizo unos teléfonos enormes y horribles, no tuvo tiempo de enseñarle lo de las pilas, para que fueran como hoy día...

Y si dicen que Everardo es de Súchil (pueblo duranguense que no admite ni aumentativos, ni diminutivos)... La verdad es que 
Súchil es de Everardo.

Narración basada en conversaciones reales, algunos nombres se han mantenido para quienes quieran confirmar que son fehacientes algunos de los datos y acontecimientos aquí detallados

21 de mayo de 2025

El PAPA, Antonia y las gelatineras.

Antonia, pasa por la casa con su mercancía poco después que el sol sale; "han de pasar de las siete"  piensa en invierno, si aun hay estrellas o luna en el cielo; o si el sol salta a un lado de los volcanes. Trae a nuestra vivienda toda calidad de mercancía: unas veces la lata; otras,  el estropajo; unos tomatillos y los chilitos para la salsa verde; Acaso hemos vivido unos chiles poblanos y unos chocolates rellenos... ¡Ese asunto de los chocolates es emblemático! consumía yo chocolates para subir mi energía... cuando carezco de tal producto me duermo en siesta demandante al medio día (bueno después de la una y antes de las tres) Ya llevaba varias siestas y le comenté a mi hermana la conveniencia de adquirir aquel chocolate de marca y consistencia favorita. El caso es que Antonia se presentó con unos chocolates rellenos de cerezas en licor, de marca dudosa, pero china; de ahí nació la idea de pensar con alta determinación (todos los de casa)  en nuestras necesidades de momento, para que Antonia evitara una molesta visita a la tienda de abarrotes.
Sea casualidad o la Providencia Antonia llega con los anhelados chocolates, los jitomates, las cebollas o el ajonjolí para el mole; en ocasiones llega con artículos disparatados (un ramo de flores artificiales) entonces meditamos seriamente en nuestra falta de fe.

Antonia es católica, como yo quisiera; analfabeta se acuerda de las Sagradas Escrituras y sin conocimientos aritméticos ni contables lo mismo suma resta, calcula la inflación y el ISR, si le preguntas. Además domina la cultura católica; órdenes, clero diocesano, el asunto de las acólitos y los que pueden hacer liturgia de la palabra. Cuando se enteró de mis lesiones en la cabeza pidió misas a mi nombre; no sabiendo, como no sabe, escribir... aprendió mi nombre además de llevarlo escrito y eso fue porque viendo mi letra supo que nadie más que yo ( a veces) puede distinguir mis "zetas" de mis "aes" ("yes", "ges" y "jotas" se parecen mucho a mis "emes" y "os")

Durante el cónclave que resultó con la elección de S.S. León XIV estaba muy preocupada por que fuera a quedar "el negrito"; Así que una vez que quedó el Gringo (¿Cómo gringo peruano?) quedó un poco más tranquila.

Sin entrar en muchos debates teológicos, antropológicos y religiosos invitó a mi hermana,y ella a mí, y yo a ti a rezar diario, a las seis y media,  un Padrenuestro por el PAPA, todos los días... ya somos una comunidad con Antonia, su amiga la gelatinera y el sindicato gelatineras de Tlalpan, que aceptaron de buena gana formar cofradía con Antonia.

8 de agosto de 2024

De como los tacos criollos pasaron del buche a la moronga

A las dos de la mañana las taquerías más exitosas ya están lavando piso; por más que la clientela desvelada y entusiasta por la sazón del taquero fuera insistente: Sin carne no hay taco; tampoco, sin cilantro. 

“Los Tacos de Moronga a la Créole” rara vez cierran pasadas de la medianoche por eso los empleados son felices; tienen un frenesí de clientes desde las siete p.m. y a las once solo esperan a que los últimos comensales se marchen.


Además de los tradicionales tacos mexicanos ahí se sirve un singular manjar: “Tacos de Moronga Adonis a la Créole”, platillo al cual le deben que muchos curiosos y sibaritas se acerquen sin quedar ninguno decepcionado. Sin duda sirven ahí “Tacos de Clase Mundial”. En cada sucursal de la taquería está el retrato de un hombre hermoso.  Adonis Buenrostro Malacara no fundó la taquería, ni inventó la receta, pero es tenido por los dueños, socios y empleados como talismán o padrino. No falta quien diga que es un Santo Patrono, mártir de los tacos o cosa parecida, pero tal es una exageración…


Eligio Silverman, siendo ciudadano americano, regresó a México para vivir. Él pensaba que le iban a apodar “El Cimarrón” por ser un inmigrante de los Estados Unidos con raíces hispanas ahora radicado en México, pero no… le decían Eligio “El gringo” y otras combinaciones fáciles de imaginar.


Su madre lo parió en alguna clínica para inmigrantes de Nueva Orleans, nueve meses después del Mardi Gras. En cuanto vio a su hijo, pensó que se iba a ser millonario como consecuencia a su tenacidad, resiliencia e inteligencia y le vió todas esas virtudes porque Eligio era feo. Había tomado lo mejor de su padre que seguramente era la astucia para los negocios… bueno la madre de Eligio no supo con exactitud quién era su padre pero, considerando todo (sobre todo lo feo), lo más probable era que fuera hijo de quién le dió su nombre, aparte de lo cual, su padre se desentendió pronto de Eligio.


Cuando su madre murió, Eligio no vio razón para permanecer en Luisiana. Tenía trabajo, sí -cocinero en un restaurante típico- pero, fuera de ello, no tenía ninguna relación significativa allá; así que pensó en México pues durante su infancia pasó varias vacaciones con primos y tíos. Alguna raíz tenía en la colonia Chichicazco de la alcaldía de Tlalpan.


En cuanto le vieron llegar, sus parientes, le persuadieron para que se regresara a Luisiana no sin antes aceptar los presentes que traía y arrebatarle el dinero en efectivo. Eligio no les tomó rencor y tampoco hizo nada vengativo (fuera de no dirigirles la palabra nunca más) pero tampoco se sintió atraído por regresar a los Estados Unidos así que se instaló en la peligrosa colonia Hidalgo (que en realidad no lo es tanto, ahí nada más dejan los cadáveres, pero no matan a los vecinos) donde rentó un cuarto y puso un puesto de tacos que rápidamente prosperó a tal nivel que pudo invertir en un local que aún llamándose taquería era, en realidad, un restaurante en forma. Ubicado en la Calzada de Tlalpan, un predio grande que permite que los viajeros de la ciudad de Cuernavaca estacionen sus vehículos y pasen a cenar a la famosa “Tacos de Buche a la Criolla”, nombre original del restaurante.


Adonis Buenrostro era hijo de “La Güera” Malacara Prieto y del “El Negro” Buenrostro Rubio; las enfermeras estaban encantadas de cuidar al niño que era hermoso, que digo hermoso… ¡Hermosísimo! Lo mimaban tanto que el niño se aficionó a los abrazos y besos. “La Güera” salió enfadada con las enfermeras y el personal del hospital pues no toleraba los retrasos o las inconveniencias y llegó a pensar que le querían robar a su hijo, y en verdad se lo querían robar.


Adonis tenía los ojos verdes como jade, la piel parecía siempre bronceada y su musculatura siempre con tono, aun en su época de adolescencia y eso que jamás se ejercitaba. Sabía ser hermoso y sin saber hacer cuentas, ni escribir algo más que su nombre pasaba con dieces y cienes todos los exámenes finales de las escuelas y así, apenas sabiendo firmar, se licenció en derecho.


Lilith Zhang no era fea, no era tonta y tampoco era floja. Esta descripción negativa de una mujer positiva se usa porque lo que mejor sabía hacer Lilith resulta que causa escándalo, por más que sea algo muy deseado.


Su abuela paterna, un día de su adolescencia, le explicó todo con la milenaria tradición de la acupuntura oriental además de los tés y los inciensos. Lilith no sólo usó muy precozmente de sus conocimientos además extendió su repertorio con lo mejor de lo arábigo, lo griego, lo tailandés, lo indonesio y todo aquello de lo que nada sé.


Lilith tuvo dificultades para entrar a la universidad, aunque sacaba diez en el examen de admisión en los sorteos no pasaba. Se empeñó bastante para ganar en la tómbola de los dieces y poder cursar medicina pero pese a su insistencia no obtenía el pase. Estaba pensando cambiarse de apellidos, porque en México no hay discriminación, hasta que la encuentras. Cuando conoció a Eligio ya tenía cuatro hijos de tres padres distintos y uno similar, resultado de su insistencia por ser médico; contaba también con medio título, dos seguros de vida y una Italika dorada edición especial.


Eligio notó que no era fea, no era tonta y no era floja. La contrató como anfitriona, luego mesera y notando sus habilidades profesionales antes que hacerla socia, pensó que era mejor que fuera marida. Cuando nació su hijo Eligio no supo elegir entre los nombres electos por Lilith, así que le llamaron Electo, en su primera infancia, como es común en México pasó a ser Electito, y cuando llegó a la pila bautismal quedó como Augusto; en su acta de nacimiento de nombre dice Ernesto y en casa le llamaban “como su padre”; no Eligio, sino “Como Su Padre” o “El Cosupa”.


Lilith, sus hijos, Eligio y “El Cosupa” se llevaban muy bien y, en reunión familiar,  acordaron todos tomar los apellidos Silverman Shang, como se estila en las familias mexicanas. Lilith buscó un abogado para que le orientara y recurrió al despacho de “Buenrostro Malacara y Asociadas”; terminados los juicios Lilith se divorció de Eligio y se fue a vivir con Adonis (este se enteró rápidamente que Lilith no era… bueno, que era Lilith); todos los Silverman Shang se quedaron bajo la custodia de Eligio o viviendo en el mismo techo pues apreciaban a su padre/ padrastro. Además ni Lilith, ni Adonis les extendieron invitación alguna para vivir con ellos.


Lilith no dejaba de ver a sus hijos quienes atendían la taquería todo el tiempo que no dedicaban al estudio. En una de las constantes visitas que les hacía se enteraron que Adonis era hermosísimo por fuera pero intratable por dentro. Igual que “La Güera” su madre se enojaba mucho cuando sentía cualquier rechazo, menosprecio, maltrato o lo que fuera. Acostumbrado a los mimos apenas si agradecía todo lo que recibía. Ciertamente valoraba las habilidades de Lilith pero jamás le agradeció sus atenciones, antes bien la golpeaba si no las recibía con la frecuencia que él creía era debido.


Adonis era igual para la comida, la dormida, la levantada y la trabajada; pronto sus admiradoras se enteraban que él sabía ser hermoso, pero nada más. Lilith empezó a echar de menos a su trabajador y buen hombre, Eligio, quién además era buen padre y bajo cualquier pretexto se iba a pasar el tiempo en la taquería.


Adonis era hermoso pero no por ello, tonto. Se daba cuenta que Lilith se pasaba de la cuenta en la taquería quesque con sus hijos y con el feo de Eligio, así que más que celoso se puso enojado por la falta de atención… Sí:  eso se parece a estar celoso pero, según él, no celaba a nadie porque le sobraban mujeres y atenciones. Con Lilith hizo una excepción y no se puso celoso pero insistió en ir a cenar ya cerca de las doce de la noche a la taquería.


Una madrugada triste, llana, cruel y lluviosa llegaron Adonis y Lilith a saludar a la parentela, Adonis quiso un taco… Ya no había carne y tampoco cilantro; Exigió buen trato y no sobras de medianoche al mirar unos tacos de moronga en su mesa. Levantaron la voz, salieron los rencores, un golpe en la bella cara de Adonis que le inflamó el labio, la imagen de sí mismo reflejado en los clásicos servilleteros de taquería le regresaron un rostro deforme, se encendió de cólera y sacó la cuarenta y cinco Smith and Wesson que le regaló una novia ex policía quien además le enseñó a tirar:  y derramó tanta bala con tal desorden y mala puntería que pareciera que nadie recibió bala en la primera ráfaga, pero cayeron todos al piso, por precaución.


Eligio estaba herido de muerte y Lilith, sin tener idea de la gravedad de la herida buscó ayuda. Como pudieron lo subieron a la Italika dorada edición especial y llegaron al hospital para tratar salvarle la vida; Adonis falleció junto a la orden de moronga, ni su esposa ni los Silverman Shang hicieron por él, salvo declarar en su contra. A su funeral asistieron tantas mujeres que hubo que abrir cuatro salas y es el día que se siguen diciendo misas y rosarios por su alma en el aniversario de su fallecimiento. Supongo que Adonis pasó con dieces también ese examen y está en el Cielo.


Los Silverman Shang  le cambiaron el nombre a la taquería, pusieron una foto de Adonis y el resto todo mundo lo sabe: la cadena de taquerías “Los tacos a la Créole” tiene como especialidad los “tacos de moronga Adonis a la creole” y cuenta con sucursales en la Ciudad de México, Ciudad Azteca, Ciudad Neza, Morelos, Nueva Orleans, Nueva York, Chicago, y Huston, próximamente en Ciudad Saltillo, Mexicali y San Diego.


Receta de tacos de moronga adonis a la creole

 * 500g de moronga cocida y desmenuzada

 * 1 cebolla morada grande, picada

 * 2 pimientos verdes, picados

 * 2 dientes de ajo, picados

 * 1 cucharada de paprika ahumada

 * 1/2 cucharadita de cayena (ajustar al gusto)

 * Sal y pimienta al gusto

 * Mantequilla

 * Tortillas de maíz

 * Para servir:

   * Aguacate, en rodajas

   * Harto cilantro fresco, picado

   * Limones, cortados en cuartos

Preparación:

 * Sofrito: En una sartén grande, calienta mantequilla y sofríe la cebolla, pimientos y ajo hasta que estén transparentes.

 * Sazón: Agrega la paprika, cayena, sal y pimienta. Cocina por 1 minuto más para liberar los aromas.

 * Moronga: Incorpora la moronga desmenuzada y mezclar bien con el sofrito. Cocina por 5-7 minutos hasta que esté caliente y los sabores se hayan integrado.

 * Servir: Calienta las tortillas y sirve la moronga en ellas. Agrega aguacate, cilantro y un chorrito de limón al gusto.

Tips:

 * Moronga: Si utilizas moronga fresca, cocinar previamente hasta que esté suave.

 * Picante: Ajusta la cantidad de cayena según tu tolerancia al picante.

 * Acompañamientos: Puedes agregar otros ingredientes como queso fresco, rábanos o cebolla morada encurtida.

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