3 de septiembre de 2022

La misteriosa desaparición de la «U»

 La misteriosa desaparición de la «U»


Viernes 7:45. Salí de mi casa abrigado, evitando el frío. Dios sabe la razón de la frialdad de las personas; El psicólogo con escasa probabilidad diga algo, pero el clima es insondable: Encontré la primera pista del caso en carne propia: normalmente giro 180 grados para llegar a mi oficina, pero no encontré manera de hacerlo. 

Viernes 8:00 No logré explicar inicialmente a mi cliente mi retraso; a la profesora y profesora de profesores, impartía clases a nivel maestría.
Viernes 8:05. La profesora hizo explícita la necesidad de ella:
— Ha desaparecido la vocal cinco.

— Solo existen tres y la otra, le dije

— La tercera, bien, y la otra, falta la otra de la otra, no está…

— a, e, i, o… son todas las vocales

— La primera es la «A», la dos es la «E», la tercera es la «I», la «O» viene en posición final
— No veo el problema, apenas lo percibo — Le dije, la profesora me miró y sacó con delicadeza el libro viejo de gramática y sin decir nada me lo mostró, pasando las páginas lentamente…
— El encabezado dedicado a las vocales y ahí noté algo maravilloso
— Así es, ahí tiene la vocal cinco — empecé a tratar de entender la condición prevaleciente, la vocal en el mismo libro, ahí estaban más pistas: la vocal cinco solía acompañar a otras letras, sobre todo a la posterior a la «P» por su orden el el abecedario (k, aspirada, por el sonido)
— Vamos a la biblioteca — me animó como tantas otras profesoras. Hoy en día estos  espacios parecen panteones, nadie va a ahí
9:00 hrs. Llegamos a la biblioteca, no hicimos la gran investigación encontramos la tal letra llorando en las escaleras
— ¿Conoce esta vocal? — le comente sin gran prefacio
— ¡Claro andábamos pegadas todo el tiempo! Mi confidente, me oía con toda atención

— ¿Sabe lo acontecido con ella? 

— ¡Sí sé! dijo… —El misterio parecía estar disipado— se la han comido!

— ¿Conoce al responsable?

Por más contestación, señaló mi móvil, lo arrancó de mis manos y lo zarandeó
— ¡Maravilloso!— exclamó la profesora — empecemos a repartirlas…

Regadas en la explanada de la biblioteca estaban multitudes de “u”, todas ellas además habían saturado la memoria de mi celular.



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