14 de junio de 2022

Yo también soy

 Le hicimos la señal para que se detuviera el taxi y me molestó mucho que hubiera otros pasajeros; el vehículo era muy espacioso, un “Andariego” blanco; Rambler por su nombre en inglés. Iván y yo abordamos el gran vehículo que supongo que era la versión Limousine porque tenía varias filas de asientos reclinables en su interior.

—¡Iván! — me sorprendió verlo en semejante itinerario, pues es la persona que nos trae a domicilio las compras del supermercado — ¿También sales de viaje?

— ¡Sí! — me respondió alegremente— Yo soy un pasajero, también

—¡Yo también soy un pasajero! — un hombre obeso y rubicundo que apenas podía voltear a nuestro espacio y le sonreí, por la información obvia e innecesaria

— ¡Yo también soy pasajero!— El conductor del vehículo tenía gruesas gafas, le faltaba media dentadura y creo que la mitad de la cabellera, pero se cubrió la cabeza muy rápido. Uno a uno, cada pasajero tuvo la chocante amabilidad de informarme que «Eran pasajeros» y aunque les sonreí a algunos, acabé por solo asentir

— ¿Usted también va al refugio? 

¡No tuve otra opción! y le dije: «Yo también voy al refugio», Frase que se repitió casi en el mismo orden de: «yo soy un pasajero también»

Después de un alucinante trayecto donde todos habían visto lo que yo estaba viendo, me alegré mucho de bajarme del vehículo; Viendo que cada persona cargaba penosamente su equipaje vi a una persona uniformada de anfitrión o bueno eso me pareció; No tuvo reparo en ayudarme con algunas maletas y al llegar al mostrador me comentó
— Yo también soy un huésped

No le dió importancia a mis múltiples disculpas, un poco fingidas pues «¿Cómo se viste así en unas vacaciones?», estaba en esos pensamientos y desquitándome distraídamente con el timbre de la recepción hasta que una señorita, con problemas de movilidad se puso del otro lado del escritorio y me atendió no sin dudas de como usar el ordenador de la recepción, cuando terminó y me dio mi llave electrónica me dijo:
— Yo soy un huésped, también

Dejé el escritorio y me dirigí hacia mis habitaciones, desconcertado por la ausencia de personal pero noté que el Cóctel de Bienvenida estaba empezando, así que entré al salón correspondiente; Ahí estaba mi barrendero, la pedigüeña de los sábados, el sacerdote de los domingos, la que encargada de la nevería, la dueña de la tienda de abarrotes, el policía de la colonia, los bomberos de la zona… conforme buscaba un sitio también todos me recordaban que eran «participantes, también» Me dio mucho gusto ver a algunos de mis amigos y acercándome al que tenía el ceño más enarcado le comenté con una sonrisa socarrona

—¡Yo soy un…!
— ¡... participante también— me interrumpió sin mucho entusiasmo

Todo mundo se sentaba y no miré que nadie nos diera la bienvenida, esperando pacientemente noté que estaba la barra dispuesta pero nadie la atendía así que vi con horror cómo las personas se empezaron a despachar…

—¿Quién sirve la cerveza aquí?— pregunté al que me pareció más miembro del personal y ni tardo ni perezoso me sirvió dos tarros con el consabido refrán: «Yo también soy comensal» caminé con ambos tarros un par de pasos y alguien me preguntó:
— ¿Dónde sirven las cervezas?

Vagamente le indiqué el lugar de la barra donde estaban las cervezas

Como nadie hacía de maestro de ceremonias vi como un amigo mío, dedicado a las charlas de motivación, tomó el micrófono y empezó su discurso:
—¡Yo soy un participante también!
Puntos más o menos comentó su existencia con ese humor delirante que le caracteriza, Pronto pasábamos de las risas a los aplausos y luego hasta el llanto; dejó el espacio y subió una jovencita, tomó el micrófono y comentó:

— ¡Yo soy un cliente también!— y comenzó una rutina de baile, poco a poco varios músicos empezaron a tocar de la Suite del Cascanueces la “hada de las golosinas” que era la rutina que ella presentaba; Después una soprano nos deleitó con el aria “Casta Diva” de la Ópera Norma, También oímos el aria Nessun Dorma de Turandot con un tenor y varias piezas musicales cuyo tramo culto terminó grandioso con el cuarto movimiento de la Novena de Beethoven; El espectáculo siguió y siguió con tríos, mambos, rock and roll; todos los intérpretes comenzaron su presentación diciendo:
— Yo soy un cliente también
Todos los servicios y todas las actividades eran atendidas por los clientes, invitados, huéspedes y participantes, así que con paso firme, me acerqué al micrófono y dije, con voz temblorosa:

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