20 de octubre de 2022

¡Extra, extra!

 ¡Extra, extra!

Visita a  «La Niña de los Chemises»


Conocí a «La Niña de los Chemises» en la infancia, Mi Madre tenía un especie de «Altar» desarmado con toda la ropa de nuestro difunto padre. Ahí en cierto punto de un inmenso ropero, desarmable por cierto, estaban trajes, uniformes, botas y los zapatos bostonianos. Ella solía transgredir todas reglas caseras, así que un día la ví saltando en la cama haciendo doble mortal de espalda y caer en los bostonianos sacros de mi padre —sí: de la cama al ropero.


— ¡Ahora tienen que obedecerme!— dijo la flamante «Niña de los Chemises»


El nuevo sindicato «Niños sin chemises»[SUNSCh, por sus siglas en francés] reclamamos nuestros fueros, pero nos atuvimos a la nueva autoridad que era tan autocrática como el célebre enemigo de Robin Hood, «el sheriff de Nottingham»


De ser una simple puntada acabó en rito y no faltó la ocasión para lograr ser atendida por los adultos de la época para hacer todo tipo de trámites se montara sobre los dichosos chemises y lograr la colaboración de media humanidad.


Aunque a ella se le apuntan no pocos logros en su vida, lo cierto es que fue por ventura de la magia de los Chemises, llegados a cierta a edad fuimos entronizados con nuestros propios chemises cuyas cualidades y mágicas virtudes merecen otro relato; lo mismo todas las aventuras de la «Niña de los Chemises»


El caso es que fuimos convocados a verla por última vez y llegamos a cierto lugar que yo juraba que era un hotel de paso: Hay “Check in,check out” de veinticuatro horas tan solo, pero muchos “huéspedes” no están todo el tiempo y se la pasan acostados toda su estadía. Nos apeamos de una diligencia que nos llevó por accidentados caminos, porteros y pajes nos condujeron a los aposentos de «La Niña de los Chemises» que nos esperaba como todos los huéspedes de ahí, acostada; le inquirí a la hija de la «Niña de los Chemises» quien la había vestido y muy orgullosa me dijo:


— Yo la he vestido, le puse su ropa de invierno porque hace frío— y todos los racionales asociados a cada prenda que llevaba…
— ¿Y de zapatos?

— Nada— aguantó por unos instantes mi severa mirada y finalmente cedió: Dio dos vueltas en el aire con mortal de espaldas (pirueta que vi hacer mil veces a mi hermana) y me mostró que portaba unos flamantes chemises
—¿Y esos, que te permiten hacer?
— No sé, tendré que hormarlos y ver a dónde me llevan…
 

“La muerte os espera en todas partes; pero si sois prudentes, en todas partes la esperáis vosotros”
San Bernardo



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