4 de diciembre de 2019

Conductas supervivientes

La Ciudad de México tiene más de ocho millones de habitantes y existen cuatro millones más que avecindados en la zona circunvecina vienen a trabajar, estudiar y divertirse. La extensa mayoría de los famosos del país vive en ella o la visita constantemente y aun así resulta raro toparse con alguna celebridad en las calles. Tantas personas que acaban por ser anónimas todas las personas.

Es por ese anonimato que resuelve uno tratar a la persona por lo que representa y de ahí la conveniencia de disfrazarse según la ocasión. Contar con un transporte lucidor, indumentaria de moda y perfumes reconocidos; un buen corte de cabello y los accesorios convenientes te hacen más accesible ciertos espacios. En otros habrá que usar mezclilla, camisetas y zapatos tenis... No dudo que los más audaces lleguen a usar batas y pijamas de médico ahí donde son más comunes y alcanzar trato de médico.

Pese a este ambiente frívolo, vano y superficial no deja de llamar la atención que aun es posible encontrar ciertas conductas propias de las comunidades civilizadas de la especie humana. No sin tesón y arduo ejercicio pormenorizaré algunas e invito al lector entusiasta agregue las que considere, en un afán adventista sea modo de celebrar el final del año.

El servicio en la mayoría de las cantinas. 
Quizá las peores cantinas son las más famosas, como la Ópera o la Número Uno; aun así gozan de un aceptable servicio. En cualquier cantina se encontrará la mesa limpia, el trago presto, la botana atractiva y los juegos de mesa sin cargos, así sean dados o dominó.

Se agradecen los buenos deseos de ingesta
El comensal callejero o el que en fonda acude, suele agradecer los deseos de “Buen provecho” y todavía es costumbre, incluso en mercados y puede suceder en restaurantes de clase mundial.

La llanta sin presión y la puerta sin asegurar.
Otra cortesía habitual es comentarles a los automovilistas que la llanta de su vehículo “está baja” o que “la puerta no cerrada herméticamente”.

Pasar el pasaje desde el fondo del vehículo.
Los vehículos de pasajeros en horas pico suelen estar abarrotados y no es raro que una persona los aborde por la parte posterior, pidiendo a la comunidad que pase su pasaje, incluso con un billete; el chofer no solo recibe el precio por el pasaje sino que regresa el cambio y es rarisimo que alguien se quede con el dinero.

Tomar una fotografía
Sean turistas o citadinos buscando encapsular un momento no he visto empacho alguno de las personas a tomar una fotografía a quien así lo solicita.

Auxiliar a las personas con bastón o en silla de ruedas
Aunque no falta ocasión en que las personas son omisas para ayudar a una persona ciega, que renguea o que se transporta en silla de ruedas, la gran mayoría de los chilangos no pone reparos en ayudar a las personas que tienen alguna desventaja permanente o temporal.

Responder al saludo
Aunque cada día es menos fácil que algún transeúnte nos desee los «buenos días» es todavía fácil que le respondan el saludo, sobre todo si van acompañados de infantes o de mascotas.

Ceder el paso al ciclista
Recientemente los automovilistas y choferes suelen dar vía libre a los ciclistas, así sean vendedores de tacos o tamales. Supongo que los comportamientos se van ajustando a las necesidades de la gran urbe.

1 comentario:

ursula dijo...

dar un vaso de agua! "un vaso de agua no se le niega a nadie"