26 de junio de 2018

Carta abierta a Pintito, Diablo y al que cruzó el río o El arte de permanecer en incertidumbre

Queridos: Pintito, el hijo del tigre; Al que más sabe por Viejo, que por Diablo y al que arriesgó y cruzó el río...


Permanecer en la incertidumbre parece una situación indeseable, no pocas veces clientes, amistades y parientes me han manifestado su incomodidad: «¡Que pase lo que sea, pero que termine esta zozobra!». Desconocer las consecuencias parece una situación todavía peor que el escenario más tétrico.
Una persona está realmente angustiada esperando el fallo de un juez, el diagnóstico de un médico, las calificaciones que un profesor obsequie a un examen, que la autoridad otorgue una licencia o el acuerdo y firma de un contrato.
Durante la espera anticipamos las más nefastas soluciones en conjunto con las mejores; miramos una y otra vez la información con la que contamos, hacemos ejercicios de memoria para confirmar si dijimos y escribimos lo correcto. Tal suplicio, por breve que sea, parece interminable y no son pocas las ocasiones en las que nuestra insistencia por obtener respuestas logra la defenestración, cuando esperábamos el ascenso; la reprobación en lugar del diez; el repudio, en lugar de la admiración o el fracaso, cuando aspirábamos al éxito ¡Justo lo que no queríamos que sucediera!.
Sin duda imaginar la catástrofe puede ser muy útil para estar listo en situación tan apremiante, pero también es prudente considerar como aprovechar las condiciones convenientes y las que juzguemos como intermedias.
Mientras acontece lo mejor o lo peor, si bien es conveniente explorar nuestras opciones es un error iniciar el avituallamiento o dar los primeros pasos del plan para encarar lo peor, pues tiene tan buenas ocasiones de ocurrir lo mejor como lo inesperado.
Hablar sobre otros temas, leer sobre tópicos trascendentes, revisar el pasado y hasta dedicarse a otras tareas pueden ser maneras provechosas que hacer en lugar de rumiar una y otra vez las consecuencias, tan improbables todas, tan posibles todas.
Antes de adelantarnos a los acontecimientos habrá que estar en la mejor disposición para encarar cualquier situación. A menudo me ha ocurrido que el escenario que esperaba como más catastrófico lo pude sortear (casi mientras canturreaba: "Creo que no era para tanto") Aunque la verdad sea dicha: Siempre me he preparado para lo que no sucede y he tenido que improvisar a la hora de los cocolazos.

Aprovecho la ocasión para saludarles con cariño.

El que ríe al último.


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