24 de octubre de 2013

¡Salga del área de confort!, arregle la estufa usted mismo o la quinta sorpresa.

No se aun cual era la intención de mi madre cuando me mandaba a mirar y en ocasiones hasta ayudar a los diversos profesionales que llegaban a casa (mecánicos de lavadoras, de refrigeradores, electricistas, plomeros, albañiles....). Yo supongo que era para que aprendiera, el caso es que en cuanto llegaban siempre andaba ahí pese a que algunos eran malhumorados y no recibían gustosos la ayuda o vigilancia, por más que discernía pasando las llaves  (españolas o inglesas; la doce dieciséis o la siete octavos; la grifa o el perico  también conocida como la llave del tonto).

Como todos los niños era insolente y ya corría por mis venas ese aire de "docto en todo" que tanto agrada a mi reducido grupo de amigos,  así que sorprendía a los expertos con preguntas, mientras se desarrollaba la reparación:

- ¿No limpia primero el sustrato?- con un trapo húmedo en la mano.
- ¿Verificó las diferencias de potencial en el cicuito?- con un voltímetro digital.
- ¿Está conectado el alimentador de agua al aparato?- señalando un tubo desconectado.
- ¿Es normal que esos tornillos sobren?- con una docena de ellos en la palma de la mano....

...Y otras lindezas que obtenía de la tabla de verificación de uno de los recursos menos leídos de todas las piezas literarias: Los instructivos.

Todos estos técnicos, artesanos, mecánicos y demás tienen, cada uno, peculiaridades que en algunos casos o benefician la comodidad para realizar la reparación o bien permiten encontrar la falla con más sencillez y de esta suerte me enteré de la conveniencia de contar con una lámpara de minero o colocar una cubeta si se va a desconectar una tubería, las precauciones que hay que tomar para colocar una escalera, cuantos pelos conviene tenga la brocha para aplicar pintura vinílica o como "cepillar" una madera cuando no se puede ir al hilo, también los efectos de usar una lija para metales en la madera (al revés no hay efecto alguno).

¡Es tan simple! que siempre me ha parecido caro el precio de todos estos servicios, primero porque fuera del costo de una pulidora de mármol no tiene nada de complicado abrillantar un piso, si se cuneta con una podadora basta ajustar la hoja y pasar la máquina o bien, al realizar un corte, se traza la forma y se mueve el objeto en la cizalla; bueno las de podar no son sino unas tijeras, se requiere alguna paciencia del arbusto (que permanezca vivo) pero uno llega dominar el arte. A mi me gusta que queden como en un desnivel los arbustos, es más bonito.

El colmo fue pagarle al plomero poco más del salario mínimo mensual por aflojar un tornillo de la bomba de agua. Resulta que si uno no las pone a trabajar unos quince minutos a la semana "se pegan", si uno insiste en usarla el motor se quemará, resultado una reparación muy cara o el cambio de equipo, ¿lo que hay que hacer? usar un destornillador suficientemente largo, llegar al eje y girarlo suavemente, la bomba arrancará al encender el interruptor (si no tiene agua la cañería es necesario purgarla, si no tiene purgador es muy fácil instalarlo. Lo difícil es que en la ferretería le entiendan cual es el tubo que uno requiere)

Con el conocimiento que me otorgó el mirar a tantos trabajar decidí realizar las reparaciones por mi mismo, total ¿qué dificultad reporta cambiar una lámpara, instalar un apagador, sellar una fuga de agua, colocar un zoclo, hacer un resane, levantar una barda, colocar una puerta eléctrica?, todo eso lo he visto ya. Hice cálculos simples, considerando las visitas de los últimos años en tan solo seis meses podría ahorrar lo suficiente para visitar un par de países del otro lado del océano.

El contar con un taller de reparaciones casero, para el mantenimiento más simple no requiere de gran espacio o inversión por ejemplo: para una casa de unos trescientos metros, con ochenta metros es suficiente; sin ambición, noventa es cómodo y cien ya es un lujo pero caben toda clase de pegamentos, pinturas, herramientas, tubos, repuestos, cubetas, trapos (esto es vital, por alguna razón las personas que no se dedican al mantenimiento de la casa adoran los trapos que se suelen usar en el taller; son más absorbentes, las personas).

La primera sorpresa es la inversión en herramientas que tiene uno que hacer, además de los tornillos Withworth resulta que existen miles de variedades tan solo de cabezas tan raras y dispares, además están las roscas y los filetes. Entre más pseudo-complejo es un aparato más raros son los tornillos, pijas, soportes... una vez que logra uno romperlo...digo ¡Abrirlo!, nota que adentro no hay más que un regulador, un apagador, un par de transmisores, un imán... y un choque masivo causado por descarga eléctrica al colocar la punta de un destornillador.

La segunda sorpresa es que la norma de la altura de los plomeros es de un metro con cincuenta y cinco centímetros. En realidad es muy simple cambiar un cespol o una llave mezcladora... siempre que pueda uno entrar ahí o logre uno alcanzar y tener la fuerza para apretar la tuerca o la válvula. Uno encuentra cierta diversión en imitar al extraordinario Houdini, dislocándose el hombro o la rodilla. En esa situación de enredo personal suele uno hablar hacia la pared logrando frases ilegibles, sobre todo cuando hay que explicarle al bombero como diablos se metió uno ahí.

La tercera sorpresa lo constituye la cantidad de precauciones que debe tomar uno en la cocina, ahí se concentran todos los desafíos desde aparatos fáciles de mover como las estufas empotradas o los sistemas de refrigeración que tienen congeladores, refrigeradores y despachador de hielo y jugo de arándanos... sin considerar los que tienen sensores de caducidad, conexión al sitio del supermercado y servicio de vídeos para ver la preparación de recetas sofisticadas... (por cierto el horno de convección es una resistencia...si lo abres no entiendes como no  se te ocurrió fabricarlo en casa, tampoco se entiende porqué no funciona cuando uno cierra la tapa), además hay carga eléctrica, instalación de gas y tuberías de agua... fría y caliente. No es raro que le pidan a uno repetir paso a paso como llevó a cabo la reparación y logró esa depilación instantánea de cejas, aun cuando los calentadores de paso no tengan piloto a gas... es una duda que comparten todos los dermatólogos.

La cuarta sorpresa es el cariño a tus nuevas amistades (todos expertos en mantenimiento) cuando te dedicas a reparar tu casa. Son muy comprensivos y no te critican que esté anegada, a obscuras, chamuscada, bajo el ruido incesante de una máquina que no se detiene o bajo el hedor de una cloaca mal destapada. Cuando llegan hasta les quieres ofrecer un pastel hecho en casa, cosa que regularmente declinan aceptar pues suelen cobrar por obra terminada...

La quinta y última sorpresa es descubrir que los herreros son ironistas, por lo menos mi vecino quien me visitó recientemente para constatar como había soldado la puerta sin tener manera de cerrarla, mientras desmontaba el portón por las bisagras me comentó: "Desde que usted empezó ahorrarse haciendo sus reparaciones nos vemos más a menudo... ¡en la ferretería, claro!".

1 comentario:

TGE dijo...

Útil!! Genial!! y Divertido!!