La muchedumbre va, sin apegos innecesarios, sin creencias; dando tumbos pensando que avanzan, empujando y atropellando. Los transeúntes que no van con ellos, sin importar facha o especie corren peligro.
Parece que van llegando, siempre les parece así, pero no. Deambulan y reconocen que tienen que seguir marchando. Cuanto les llama la atención es tomado, luego el aburrimiento les permite deshacerse de aquello, así sea un sentimiento.
Siguen la consigna: que me guste, que se parezca a mis sueños, que se parezca aunque sea un poco. Pareceres que nacieron de la ilusión, solo desaliento paren. La fama es efímera, el poder se agota y la fortuna o se pierde o se hereda... las fiestas acaban. El tropel continua
Y luego tristes, ya viejos o pobres, o ya olvidados o presos...¿Por qué tanto tiempo llorosos?, si nada vale para estar en sus manos unos instantes, luego lo extrañan.
Piensa ese tumulto, creo, que la felicidad está en andar y andar, aunque lo que logran es albergar la melancolía, de lo que pudo ser y no fue; de lo que podría ser, pero no se puede... y a veces hasta pintan, escriben, cantan, sí, cantan desesperados por que nadie les alcanza el talón.
No entiendo, no entiendo... si la muerte los abraza en un mausoleo oneroso o el último hálito les alcanza en la calle, con deudos anónimos... ¿en qué les va ser alegres a instantes, si muertos ya están?
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