12 de junio de 2013

La Bestia

He mirado a la bestia mil veces, siempre ha logrado impresionarme, sobrecogerme... apabullarme. No recuerdo con exactitud cuando fue la primera vez que la vi, pero creo que iba detrás, pisando su cola, sin reconocer su tamaño, era un niño yo y la bestia siempre es como un adulto adolescente.

Recuerdo que siendo niño, ese mismo día, estuve en sus entrañas, sofocándome y aplastándome con miedo a morir. No salí por mi mismo, me rescataron mis parientes. He estado otras muchas veces dentro de la Bestia, sometido a sus demandas, participando con mi voz de su algarabía. Recuerdo que un par de veces me sentí feliz, me permitía la bestia hartos caprichos... dentro de la Bestia puedo insultar, vociferar, besar y acariciar, pisar fuerte donde no debo... sin castigo, sin que me reprendan.

Me enfrenté dos veces a la bestia, a Dios gracias salí vivo de mi osadía, no pretendía vencerla ni someterla, solo expresar mi desagrado, decir mi punto. La Bestia a mi gusto se equivoca más veces de las que acierta.En el primer enfrentamiento la llevó el vehículo que usé... quedó golpeado y cubierto de los humores de la bestia. La segunda vez me persiguió hasta que perdió la identidad y me abandonó, aburrida.

Ayer, durante unos minutos pocos vi a la Bestia domesticada, no es la primera vez que la veo así, pero habrá pasado casi un año... durante esos meses la Bestia hasta cobró muertes, puede ser homicida, ayer la vi hipnotizada... primero fue inducida con redobles de tambor, el clarín de órdenes se agitaba barroco, mientras solemnes soldados desplegaban las banderas, la Bestia gimió de gusto, sin cesar los redobles, aparecieron los gladiadores convenientemente vestidos, para identificarlos; la bestia bramó de gusto; luego entonaron dos canciones, que la bestia escuchó encantada y hasta cantó una... Hasta se incorporó y saludó mansa.

He visto a la Bestia convencida y mansa, es más sobrecogedor que verla desordenada y violenta.

Una pequeña luz de fe en la muchedumbre humana se prendió en mi alma y pude sonreír a causa del comportamiento de los mexicanos. Quizá sea una conducta sobreviviente, pero me llenó de esperanzas por un instante, un instante solo. 

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