4 de noviembre de 2011

¿de dónde tanto neurasténico?

Evitar toda ocasión de riesgo acaba por convertirnos en amigos de la molicie.

(el porque de tanto neurasténico)

Admiro al coyote. Siempre hambriento el coyote persigue a su escurridiza presa: El Correcaminos. Memo El Coyote (Wile the Coyote) es la representación más acabada de una persona anhelante; su tarea frustrada no le detiene, sigue persiguiendo el satisfactor, no importa cómo. Acicateado por el hambre y el frío, desarrolla creativamente herramientas que sobreestiman la real capacidad de la presa. Si la sensatez obrara, el depredador quizá buscara otro bocadillo, más simple… más fácil.

Pareciera en estas historias que el ave es más astuto y las semillas cosa suficiente para vivir… más no es más astuto… solo evade. Es Memo el Coyote el auténtico héroe.

En tanto que los “Memos Coyotes” escasean en nuestra sociedad, pululan los “Correcaminos” y así hay más personas esperando que los empleen, que emprendedores tenaces; existen más alumnos con actitud de clientes que autodidactos y para acabar tenemos más neurasténicos (les llaman “ninis”) que líderes. La nueva versión de la fábula de “La hormiga y la cigarra”, dónde la cigarra se lanza al estrellato omite un detalle: Los grandes en la farándula rara vez descansan.

Los progenitores de las urbes, pero especialmente los que habitan la Ciudad de México, se han preocupado tanto por el bienestar de su prole que acaban por ser del todo inadecuadas para empeño alguno. Son llevados y traídos a todas partes (escuelas, hospitales, centros comerciales) carecen de responsabilidad alguna en casa y pareciera que sus caprichos sin fin los llevaran a destino, pero frente a cualquier carencia el único recurso con el que cuentan es el llanto.

Cosa común, en mi infancia, era topar con un compañero del aula, ¡que va de uno! si todos andábamos por la tarde empeñados en alguna tarea (bajo la influjo paulista, el que no trabaje que no coma); llevarle viadas a la tía o pedirle favores a un padrino; ir a la tienda por mercancía y aun pedir fiado o dejar algún pedido y si fuese que al colegio uno fuere por la tarde, todas esas actividades la hacían los niños, por las mañanas. Y sí, sí había secuestradores, se llamaban “roba chicos” y se cuidaba un de ellos, además de los ladrones y de los asaltantes.

Vaya a donde vaya tropiezo con caprichosos engendros que solicitan insistentes como pájaros Cucús, que ropa, dulces, juegos y son del todo renuentes al estudio, los deberes y quehaceres. Podrá uno pensar que son las personas más pudientes quienes pueden criar tales seres, pero habida cuenta de los alcances de cada quien aun las creaturas nacidas bajo el sino de la carencia llegan a portarse igual.

Suena cruel el proverbio persa (al hijo un poco de frío y un poco de hambre), pero si la crianza no sufre nada más serán presas de quienes sí. ¿Tú estás criando un Memo Coyote o un pájaro cucú?.

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