16 de febrero de 2011

Ana ZP

 

Cuando te evoco, pienso… siento… vuelvo a experimentar…

Ese afecto, me afecta… me invade una gran alegría, un alto entusiasmo, una gran enjundia… Tu nombre es empresa, pues te diriges y vas, y haces y obtienes… ¡Ah, el logro! parece que está pasando el brazo por tus hombros…

Cuanto te evoco, pienso, siento, vuelvo a experimentar cierta nostalgia, pues como que quiero que obtengas lo mejor y luego parece que no es lo mejor… o lo excelente… o lo maravilloso… y con tantas aventuras tuyas, me parecen pocas, y tantos que te han amado y me parece que no lo han hecho como debieran, ni lo suficiente… y yo tampoco te logro amar como debieras serlo…

Cuando te evoco pienso sólo en ti; siento un nuevo afecto, se llama como tú y solo es para ti. Vuelvo a experimentar todas nuestras conversaciones, acciones… convergencias y divergencias… y doy gracias a Dios, pues eres su obra y su regalo a mi existencia…

Lograste el don de la ubicuidad, pues cada vez que enfrento algo de la realidad, no puedo evitar pensar que pensarías, no puedo evitar sentir que sentirías… y luego cuando te cuente que pasó casi parece que estuviste ahí… estás casi donde yo estoy… por que te evoco casi no te extraño…. ¡y te extraño tanto!, a veces a los diez minutos, recién que nos despedimos…

y no te digo todo, para dejar algo para el próximo año….

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