11 de mayo de 2015

Paridad, igualdad o equidad...

Muchas organizaciones de la sociedad, desde las estructuradas por las convicciones o las que buscan conveniencia nos proponen una sociedad donde haya paridad, igualdad o equidad. Los reclamos para quienes viven una situación de carencia parecen razón suficiente.

Las personas intuyen que para reducir el número de miserables es indispensable acabar con los acaudalados; si no existieren los potentes, dejarán de existir los impotentes o bien si desaparecieren los invulnerables, no habría vulnerables.

Mirar la sociedad en categorías nos lleva a diseñar soluciones que al no mirar todos los claros obscuros de la humanidad, son ilusiones que conllevan la cacofonía en las relaciones humanas.


Mi parecer es que las mujeres y los hombres son distintos, pero no solo eso, cada mujer es diversa a cada otra. Lo mismo sucede con los hombres, aunque para las mujeres seamos todos iguales. Cada persona, aun imitando el camino de otra, acabará por diferenciarse por error u acierto.


De tal suerte que las personas buscamos distinguirnos y no equipararnos, pretendemos ser reconocidos y nos molesta ser confundidos, así sea por un tatuaje, un mechón o por una particular selección de ropa o en suprema arrogancia, por nuestra manera de pensar.


No importa tanto el discurso, solemos elegir por conveniencia. De esta suerte se enfatizan licencias o se saltan protocolos, en cualquier país existe el recurso excepcional y la omisión en el reconocimiento de los derechos o los legítimos reclamos. 


No es que el humano sea fundamentalmente malo e hipócrita, los humanos somos libres y el orden un espacio a quebrantar, siempre inspirados por la mejora.


En la opulencia encuentro que las personas suelen ser esclavas de sus apetencias y de sus necesidades en la carencia...

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