Una parvada de canoras le rodeaba, flores multicolores
brotaban a su paso y aun cuanta habida de que no hubo lluvia, el arco iris era
parte de su encanto; conforme se aproximaba a las personas estas percibían una
música en ritmo alegro y la sonrisa descomunal era solo más pequeña que el
fulgor intenso de sus ojos.
Tan sumidos en las
convenciones eran sus prójimos que una pensó que tal tono festivo era producto de
un alumbramiento; otra pensó que habría culminado el periodo lectivo de un
doctorado o una maestría, al menos; los envidiosos creyeron que sí le habían
dado un aumento de sueldo, necesariamente inmerecido; o bien que se hubiere
sacado un premio en una lotería o la gran cosa en alguna rifa.
Aunque se llama Genoveva, y el nombre me encanta, todos le
mentábamos “La lilí” en alusión a que bien pudiera ser habitante de la isla ficticia
inventada por Juanito Rápido (Su madre le puso Jonhatan Swift*, pero ¿quién le
cree?) y es que con zapatos de tacón apenas rebasaba la frontera del metro y medio, sin ellos su copete apenas
lo alcanzaba.
Era menuda y la naturaleza le había negado encanto alguno,
ni los ojos o la nariz… bueno hasta las uñas eran un desastre, a cambio su
gusto por la ropa era ordinario y estaba persuadida de adquirir cualquier trapo
desdeñable siempre y cuando se vendiese en tienda comercial o dijeran en los
medios de comunicación que tal despilfarro era de moda. Cosa muy distinta era
su carácter, el cual pudiere ser considerado extraordinario; aquella pequeña urna solo incubaba prejuicios
y apelativos ruines y si algo era de admirar es que esas grandes y malsanas
intenciones cupieren en ese pequeño cuerpo.
Mirarla tan jovial y entusiasta solo podía incendiar mi
suspicacia y si otros pensaban en su buena ventura yo me imaginaba el peor de
los escenarios. Alguna víctima de sus fechorías estaría por ahí llorando una
pérdida o preocupada por una amenaza; pudiera ser que esta pequeña bruja
hubiere cometido un robo, o un homicidio… ¿quizá habría desparramado infundios,
injurias y difamaciones? O quizá solo se enteró de un mal universal, y es que
estas pequeñas criaturas disfrutan como ninguna los desastres que a todos horrorizan.
Es la modestia el menor de mis pecados, uno realmente
feroz y mordaz lo es la curiosidad. Solo por enterarme soy capaz de fingir
aprecio u otra ideología. Si la hipocresía me sirve para atisbar la biografía
del ser más simple, no les asombre que la usaré y bien pago el precio de los
rumores que la muchedumbre suelte que si me puedo enterar, capaz soy de ser lambiscón, aunque jamás pagaré por un
secreto, así se pueda cobrar.
-Genoveva- me aproxime con mi mejor sonrisa- ¿qué cosa buena
pasó en mi vida!- le dije a modo de saludo.
- Seguro un instante de paz. Tus achaques aunque sean menos
dolorosos en estos momentos, no tengas duda que volverán.
- ¡Tan simpática mi “Geno”!- me engullí el agravio casi sin
que advirtiera mi enojo- ¿eres tan ocurrente siempre?
- Si a mí no me ocurre nada, a ti todo te pasa- me dijo
mirándome de arriba abajo, cosa que le tomaba su tiempo y por tales barridos,
estoy seguro que se mareó- nada más estamos esperando que te diagnostiquen el cáncer,
que lo tauro ya nadie te lo quita.
- Mira si lo sabes tú que debieras ser de acuario, pues de
capricornio te pasas, pero no te busco para molestar, sino para enterarme de
esa felicidad que desparramas.
- ¿qué otro gusto no he de tener- me dijo sincera- que es viernes y al menos
por dos días no te veré a menos que te mueras en domingo?
- ¡Que linda manera de pensar!- no pude menos que concordar-
si evitar la molestia es media alegría, que por dos días no verme incomodado
por tu presencia, es de seguro una gran fiesta.
Nos dimos la espalda sin despedirnos, creo que la dejé
confundida con mi glosa, pero no entretuve en esa consideración, sino que noté
que una bella melodía me rodeaba, que los aromas de hermosas flores me circundaban,
miré un arco iris y si creo que aves revoloteaban, las bestias me hacían
reverencias y por lo menos dos días no sabría una nada de la pequeña Genoveva, fuente de mi alegría.
*Jhonathan Swift es el autor de la célebre novela "Los viajes de Gulliver"
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