23 de mayo de 2012

La epifanía del Quiquín

 

Pedro Joaquín fue corriendo al recinto donde tenía por cierto que estaba Quiquín, le encontró apoltronado, con la mirada al vacío, impecablemente vestido, sosteniendo un libro más o menos grueso. Perico se acercó como gato que acecha, pues cuando el Quiquín meditaba solía hacerlo no sin grandes trabajos de concentración, por lo que odiaba le sacaran del estupor. Cuando el lector dejó de mirar la blanca pared para retomar la lectura Periquito de Australia, como le llamaban, se atrevió a intervenir.

- ¿Qué lees Quico'?

- Una novela de trama muy intrincada, de gramática moderna, llena de alocuciones extrañas, diálogos inconexos que cambia continuamente de personajes… una épica forzada pero realista…- miró el lomo del libro para reconocer el título, que siempre olvidaba- “Dicen los arios a la legua”… lo escribió una mujer… La Rusa…. ¿no era este un coach de béisbol?

-¡Estas leyendo el Diccionario de la Lengua, de la editorial Larusse!… ¡no es una novela!

- Con razón me pareció que los diálogos no hilaban.

- ¡Deja eso!- le ordenó, pero viendo la mirada de extrañeza de Enrique cambió rápidamente el tono- ¡Ya está la conexión lista, ya es hora para que te entrevistes con el Benemérito…

- Sigo pensando que me llevas con un médium o un completum loco

-Esto es otra cosa. Los hijos de la viuda desde hace muchos siglos dominan las artes cuánticas, los principios de las leyes de la termodinámica, que rigen el universo, por tanto es posible comunicarse con él en ciertos arcos cósmicos, aprovechando los eclipses de las lunas de Saturno o las intersecciones de los satélites con la iridiscencia del plasma solar…

- o sea: es una cuestión de ciencia y  dos ciencia y tres ciencia…

- Para ti puede ser lo mismo… magia, ciencia; chamanes, científicos

Salieron de la biblioteca, cruzaron el patio empedrado, subieron por la escalera mármol, luego franquearon una puerta al estilo griego, con columnas dóricas para cruzar rápidamente una galería que estaba seguro Enrique que ya había visto

- Siento que ya he estado en este lugar- dijo

- vinimos ayer- contestó su guía con todo molesto

- cierto,cierto

Pasando el templo masónico, con su piso ajedrezado y la tumba de Hiram, en lo que podría ser un recámara de atisbo, pues tras la cortina púrpura había una ventana de espejo, estaba lo que parecía una o luna de cristal de tonos azulados, en un marco con marcas´reconocibles sólo para los iniciados aventajados, en la mesa había diversas palancas, pedales y toda suerte de tornillos, lo que parecían botellas o esferas llenas de líquidos con caprichosos tubos y conexiones. Periquito encendió el equipo que empezó a calentarse los líquidos a borbotear, del espejo salió un haz de luz rojo, luego otro verde, uno más azul… hubo momentos en que no se emitía ninguna luz, lo que explicó Pedro, se debía a que las luces infrarrojas y ultravioletas también se estaban trasmitiendo aunque no fuesen visibles al ojo humano.

Un gas de aroma penetrante, no del todo molesto llenó el lugar, el humor era con todo persistente, cosa rara pues el olfato suele adecuarse al ambiente, pero en este caso no; Enrique debía colocarse dentro de tal humor para ser visible, lo hizo así con determinación y sin miedo pero con preocupación por no llevar otra muda completa y con cierto asco.

Frente a sí, casi de su estatura, vestido con levita y corbata de moñito estaba el zapoteco, con ese tono de piel de barro negro, las encías rosadas y las palmas de las manos blancas. “no sabía que Benito Juárez fuere negro” se dijo a si mismo Quique.

- Tiene que vindicarse, antes de hacerse del poder- dijo el espectro sin preámbulo alguno- no será usted el primer improvisado que tome el poder, y según entiendo tampoco el último, así que pronto habrá que plantear un verdadero concepto de Estado para con los nacionales. No puede, como hasta la fecha dedicarse a la molicie y los vicios, sin ningún recato o moderación; tiene que vindicarse y desarrollar un programa liberal, nacionalista, como a sus antecesores del partido, pero de la logia, le digo que perderá toda posibilidad de ser figura histórica si se empeña en la frivolidad y liviandad en la que actualmente opera. Tiene un llamado para corregir la historia y volver al cause el caudal de riqueza del país para con la hermandad. No se librará de mis condenas ni se podrá evadir de mi brazo, que es más efectivo que el de la justicia.

Perico, que fuera del humor no percibía al Benemérito nada más vislumbraba como Enrique era una sombra que se tomaba el cuello y se tallaba los ojos. La visión duró unos minutos más, luego los humores se disiparon, las luces regresaron al espejo, los líquidos dejaron de hervir… todo volvió a lo que Quique entendía era la normalidad.

-¿qué te dijo?

- ¿es médico o qué?

- no, no, estudió Derecho… Licenciado en Derecho…

- mmm

- ¿qué te dijo?

- Pues creo que piensa que estoy constipado, pues necesito medicarme para “poder”… supongo yo que es una enfermedad de Polanco, pues algo me dijo de Moliere…

- Sí bueno, es liberal- interrumpió Perico

- Luego algo del bazo, siempre me he preguntado para qué sirve tal órgano en el cuerpo, eso sí mi hermano, ¡nos vamos a volver mega, giga, millonarios… – empezó a reír con tono sardónico, delirante, entusiasmado, coreado por Pedro, que comprendía el derroche que significaba seguir a tan insigne líder.

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