19 de diciembre de 2020

Contacto extraterrestre (cuento de Navidad)

No somos muchos de familia en la casa... hay una multitud de no parientes que circulan todos los días... así que es un desfile continuo en la casa: los que salen de noche a trabajar, los que salen de madrugada, los que salen por la tarde... y de la misma manera regresan diez o doce horas después... Aunque la familia no hacía mucho por ellos que no fuera saludar, los otros tampoco parecían dedicar mayores consideraciones.

Tantos «¡Buenos días!» y tantas «Buenas noches» o «tardes» acaba un buen observador a distinguir los pequeños logros, los días afortunados y los turbulentos... también la empatía mueve a saludar, así sean siempre las mismas palabras, con distinto tono... más discreto, más jocoso o claramente entusiasta...

Luego, con pretexto de las fechas, se nos ocurrió obsequiarnos con los inquilinos alguna prenda de atención o algún detalle... según los días del calendario les ofrecía que un dulce o una rebanada de pan ¡o un pastel de cumpleaños! o un corazón de papel... Una tarjeta podía mejorar el día de cualquiera y no menos una fiesta.

Más tarde que temprano descubre uno que son familia la familia, la familia extendida y luego las extensiones de familia... Todos acabamos siendo como una sola comunidad y los deseos de un buen día para cada quien acaban por ser el deseo de una buena vida para cada uno.

La zona es secular de nombre y cristina de costumbre con algún otro credo escaso poco conocido así que llegando diciembre nos preparamos con los clásicos adornos navideños, las luces gastadoras, «El Nacimiento», «El Belén» como le dicen otros o «las figuritas» que le dicen los «escuincles»... A los niños, en particular les resulta encantador el avance de los «Magos de Oriente» unos milímetros apenas cada día... según nuestras costumbres católicas llegarán el día veinticinco...  o el veinticuatro, ya muy tarde (Aunque luego no llegan hasta el seis de enero)

Fue el diecinueve de diciembre que un mago «desapareció» el que cargaba el oro... no es que sea mal pensado, pero ¿cómo no desapareció el de la mirra? Para tales situaciones siempre mis principales sospechosos son los niños y no todos: ya se que Pilar es bien portada o Alicia... ¿Pero qué hay de Marianela, Maricarmen, Andrés, María, Pedro o Majo?... ¡Son terribles! también están los cómplices del momento, los que aducen «no sabían qué estaba mal hecho»... entre los niños está siempre el «Autor intelectual» como el «perpetrador» (y no, no es más inocente Ricardo por cooperar, que bien se podría negar a las fechorías). El asunto me pareció de la mayor gravedad y me auto- nombré «Inspector Ardilla» ya que hacer la pesquisa con ayuda de los padres o sin ella siempre es dolor de cabeza

Si los progenitores se enteran de la trasgresión hay los que se ponen de lado del infante, justificando casi todo; No faltan los padres quisquillosos que están seguros que sus hijos son unas ladillas y los castigan sin fundamento.

Resulta mejor recurrir a los niños; por supuesto, entre ellos es altamente probable que esté el responsable de los hurtos... pero también están los que se enteran de todo; no tan chicos para no entender la malicia o la broma, pero no tan grandes para ejecutarla y ya sea por envidiosos o morales... Pablo, Mateo o Rafael... Quizá Isabel... pueden que suelten prenda si son debidamente persuadidos, siempre hay que tenerlos de nuestro lado.

Aunque los papás son tolerantes conmigo siempre me miran con suspicacia cuando platico con la infancia. Será porque los chiquitos tienen algo en sus almas...algo en sus corazones y acciones que no tolero mucho tiempo... Sea como fuere me atuve a mi tarea: Encontrar al secuestrador del «El Rey Mago»

Para mi sorpresa todos los infantes estaban igualmente indignados con la desaparición del personaje... no tanto por el oro, la verdad... de hecho es difícil saber quién porta qué en esos cofrecillos dorados... No solo afirmaron ser inocentes, todos se sometieron a revisión de sus pertenencias y hasta colaboraron con posibles escondites... Lo que encontré en tales sitios merece otro relato... pero me convenció de mi prudencia hacia «los seres humanos en proceso de desarrollo».

Había terminado tales diligencias y creo que fue José Carlos quien desató la alarma generalizada: ¡Otro Mago había desaparecido!, según los infantes en la noche del veintiuno o madrugada  veintidós... pues se habían tomado a la tarea de registrar en fotografías el estado de «El Nacimiento» y lo que era más alarmante: otras figuras menos conspicuas habían desaparecido... el Border Collie del pastor, el pozo y unas ovejas... Se ve que el truhán se cuidaba de tomar las piezas principales, para evitar el mayor escándalo.

No había de otra: esculcar las pertenencias de los adultos. La idea ahora era tener algún objeto que valiera la pena negociar por la existencia de los Magos de Oriente, el Border Collie, el pozo, las ovejas y... ¡La mula!... también había desaparecido.

Y es lo de siempre, los juguetes de los niños no parecen tan relevantes cuando se rompen o pierden pero qué tal los de los adultos...¡Eso sí duele!... pronto me trajeron cosas de lo más interesante: las llaves de repuesto del Lotus de Don Beto, el ocular del Telescopio de Don Paco, el decantador de vinos de Don Rogelio, el título de abogado de Don Jesús, la foto de la Boda de Doña Cara... pero el violín del bisabuelo de José María... Y todos las memorias USB que pudieron encontrar acabaron en mi posesión.

Hubo, como se debe suponer, una cumbre de adultos y ya en esas los encaré: «El asunto es que las piezas del nacimiento desaparecieron y quiero saber quién de ustedes anda poniendo otro Belén en otro domicilio... ¿por qué el secuestro de los reyes magos?»- en el momento de tal aseveración se podrá concluir que ya había desaparecido la tercer figura. Todo mundo convino en encontrar al «secuestrador serial de las piezas del nacimiento»

Creo que fue Anita la que hizo una rara conjetura:

- Hemos revisado todos los recintos menos el tuyo
- ¿Cómo crees? ya revisamos también lo mío- ya se comprenderá el porqué de mi enfado de tratar con rapazuelos
- No se han revisado tus aposentos- dijo Juan Carlos- no tendrás inconveniente de que vayamos a revisar

En vano me resistí, me quedé hablando solo y hasta Fabiola, a quien tenía aferrada de un brazo se soltó... llegaron a mis aposentos. Aunque con cuidado revisaron todo y sí encontraron a uno de los Magos de Oriente, piloteando mi versión de la StarGate Milenio... Otro de ellos estaba en los camarotes y el tercero aun no se «subia»...

-¡Pongamos todo en su lugar!- Clamó Virginia
- Pero castiguemos al secuestrador- dictó R2
- Los iba a devolver para el veinticuatro- dije en tono de defensa
-¿Por qué está disfrazado de odalisca ?- Preguntó Hugo moviendo al camello frente a mi cara
- No es odalisca, está usando un cubrebocas... es enfermera en el Titanic...

Creo, dijo Luis aun con el habano en la boca, que te quedará prohibido jugar con lo que esté en el Nacimiento... y se llevaron todo al Belem...Mi ajedrez lo tomó Olaf y lo puso junto a la cascada, Manuel puso mi guitarra en el campamento árabe; Memo colocó todas las armaduras en un extremo del Belén, eso sí con posturas muy del medioevo... Creo que fue Ligia quien se llevó mis lápices de dibujo porque fue Cecilia quien se llevó mis dibujos... también se llevaron a «La Santa María» obvio que el «Halcón Solitario» y «Galáctica»... Victoria tomó la caseta de «El Doctor Who» y estuvo algunos días en «El Oasis» también acabaron allí los Tres Mosqueteros y otras obras literarias, y de peluche (Norma puso a Ramirito en el pesebre) ... ¡Mi baloncito del Atlas!.... Ese nacimiento acabó sincrético y yo... ¡Sin juguete alguno!

Estaba pues, moqueando junto al nacimiento y vi que Adriana iba y ponía uno de sus juguetes didácticos también.

- ¿por qué haces eso?
-Pues no veo porque el Divino Niño va a tener a su disposición tus juguetes y no los míos...

Y todos se unieron a la iniciativa: nosotros de niños y nosotros de adultos, nosotros de jóvenes y de ancianos pusimos a disposición de El Niño todas nuestras posesiones juguete: Fotos, cartas, diplomas, adornos, joyas... Muchos de los cuales son en realidad «mementos»: trozos alegres de nuestra existencia... y ahí, en Belem, de algún modo estamos también nosotros y Él con nosotros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó! Quiero leer más!
y revela cosas lindas (CV)