Por Ricardo Meade
Diciembre, 2006.
Confundir sobriedad y probidad con la medianía es tanto como dar causa de santidad a la indigencia, pero cuando se obra para mejorar imágenes se abre la puerta, no tanto al ejemplo sino al juego de espejos, donde lo importante no es ser, sino parecer.
Los empresarios medianos y pequeños aprenden amargamente la diferencia entre utilidades y flujo de efectivo, pues pronto aprenden que las cuentas por cobrar si bien dan alguna salud contable no sirven para pagar sueldos. Lo cierto es que no pocos logran evitar modificar el ingreso de sí mismos y de sus trabajadores logrando con ello pagar menos al seguro social y al fisco.
No falta el febril novel director que envuelto en la bandera de la corporación baje los sueldos de los directores, luego de los gerentes y al final, no habiendo que reducir en los operativos, simplemente los despida, en aras de lograr el flujo de efectivo necesario… pero al mejorar todas estas situaciones, las utilidades habrán volado en la maniobra.
El principal problema de un director sin ingresos, son los ataques al ingreso bruto, no teniendo mayor obligación que consigo, y a la menor provocación desde la urgencia de un pago hasta el mero antojo medrara sobre los ingresos que obran en la caja, cualquiera que su forma sea (“es que:… lo necesito”, dirá a su empleado a modo de excusa).
Un sueldo alto o bajo es en todo caso relativo, subjetivo y hasta vano adjetivo; mírese si no, las dificultades que se tienen para definir lo necesario, pues para la sed lo es el agua, que no de marca; para el hambre, un virote con banana y para el sueño, el suelo basta; una manta como refugio y la conciencia limpia aseguraran el cielo…
Pero si esto fuera del todo cierto ¿cómo es que una ama de casa apenas mira conveniente una camioneta, una casa con jardín, comida chatarra al por mayor, sobre todo en las fiestas y fuentes inagotables de licores y vinos lo mismo para la cena o la comida?. Ajuares diversos y joyas que hagan juego para las diversas ocasiones que promueven en el club y la convivencia es claramente, y apenas, necesario.
Así se verá que la medianía es más fácil de vivirla que de definirla y cuando nos vemos contando los pesos que llegarán para modificar nuestro comportamiento futuro y nuestra existencia, de algún modo estamos en ella, pues el que nada tiene, espera todo; el que todo tiene, nada espera.
Así lo que es semilla, no necesariamente es causa, pues la conducta deshonesta de los servidores públicos está más en la incompetencia que en el salario, en la ignorancia que en la avaricia y aun así, ¡que buen pretexto se otorga cuando se paga mal lo que implica responsabilidad!
¿cuánto debe pagarse al profesional?, al experto en derecho que evita que un inocente caiga en castigo, al experto en salud para evitar las muertes evitables, al perito en finanzas para que todas las cuentas se salden, al erudito matemático para que todo cálculo sea preciso o al ingenioso talento para que no caiga ningún puente.
Pero si bien siempre estaremos agradecidos al eventual bienhechor nuestra sangre, que algo de criolla tendrá, siempre estará presta a la envidia y si aquel se enriquece, será por ladrón y si aquel otro empobrece lo será, también por bribón, pero torpe; que si esos otros enferman les estaría merecido y sólo una persona estará siempre justificada: la primera del singular….
1 comentario:
sigo pensadno que para atraer el buen talento hay que pagarlo bien... q tiene de malo? todavía seguimos con el pensamiento tercermundista de que se jodan los demás... ah, perdón no es tercermundista, nomás es mediocre!
Publicar un comentario